Si se preguntan por qué dejé tanto tiempo para escribir sobre este torneo y el
resultado obtenido por Venezuela, puedo decir que ocupaciones varias me dilataron este
esfuerzo. Ahora que estoy en medio de estas pequeñas vacaciones, considero que es el
momento propicio para reflexionar sobre lo ocurrido en este enero en Ecuador, lo cual debe
ser un punto de inflexión para mejorar nuestro fútbol femenino en todos los ámbitos.
resultado obtenido por Venezuela, puedo decir que ocupaciones varias me dilataron este
esfuerzo. Ahora que estoy en medio de estas pequeñas vacaciones, considero que es el
momento propicio para reflexionar sobre lo ocurrido en este enero en Ecuador, lo cual debe
ser un punto de inflexión para mejorar nuestro fútbol femenino en todos los ámbitos.
En el post que publiqué en mi blog, Éxito, chicas , yo había comentado que, a
diferencia de los dos anteriores suramericanos, a esta generación no se le iba a hacer tan
fácil alcanzar la clasificación al mundial femenino de su categoría. Lo que jamás me imaginé
es que Venezuela no se clasificaría. Pensaba que la dupla Deyna-Daniuska sería suficiente
para ganar los partidos claves y si no se quedaba campeón, al menos era más que factible
alcanzar al menos uno de los dos puestos disponibles. Sin embargo, la realidad fue otra: se
clasificó al cuadrangular como segundo de grupo y en éste se cayó ante Paraguay, Brasil y
Colombia, con un average de 1 gol a favor y 10 en contra, algo inusual para una defensa
que siempre se había preciado de ser sólida.
Muchos le achacan a esta eliminación al despido de Kenneth Zseremeta como Dt de
la selección sub 20. Yo difiero de esta opinión. Reconozco la labor del entrenador
panameño como dirigente y buscador de talentos, y para mí él representa un antes y un
después en el fútbol femenino venezolano. No obstante, creo que el problema fue táctico y
ya con el canaleño se evidenciaba. Hablo con conocimiento de causa porque vi con
detenimiento los dos mundiales sub 17 y el sudamericano en Cabudare y me topé con un
planteamiento muy marcado: fortaleza defensiva, balones largos y en contragolpe con
Deyna (y antes junto a Gabriela García) como referencia de ataque. En Cabudare hubo un
elemento diferente: una Daniuska muy participativa y enchufada, que hizo muchos goles y
asistió con frecuencia a Deyna, con lo que se hacían una dupla demoledora. Yo veía a esas
chicas súper concentradas en su tarea y con las diabluras de la doble D realmente era un
equipo temible, sobre todo en Suramérica. Pero en los mundiales ya se podían ver las
costuras de esta propuesta y Alemania, Japón, China y Corea del Norte se encargaron de
desnudar sus falencias. Porque al final del cuento todo futbolero sabe que un tipo de
planteo como éste tiene oportunidad si mantiene su arco invicto; en cambio, si reciben un
gol, las posibilidades se reducen al mínimo, porque al equipo contrario le basta con
defenderse con la tenencia del balón para neutralizar la propuesta de defensa y
contragolpe.
Añado otro elemento: depender de una jugadora para hacer los goles no es un buen
negocio. Una frase semejante la tuitié durante el certamen y lamentablemente tuve la razón.
Sólo Deyna hacía los goles y aunque ella sea una súper-atleta, la mejor de su categoría,
nunca va a ser mejor que todo un equipo. De hecho, tanto le montaron la carga ofensiva
que terminó con una sobrecarga muscular y no pudo ni siquiera culminar la competencia.
Muchos se harán eco del tema que salió a relucir a partir de los Bolivarianos: las
muchachas estaban pasando hambre y por eso no rindieron. Yo les digo que vi el partido
contra Chile y noté que las jugadoras estaban corriendo la cancha con mucha energía. Si
ellas estuvieran débiles y con hambre lo más seguro es que no hubieran ni clasificado al
cuadrangular final. Y hablando de esa transmisión, era penoso seguir un partido que se
reproducía a través de la cámara de un celular, con tomas lejanísimas y con planos muy
cortados. Realmente al fútbol femenino los medios lo tienen castigado.
En ese partido (el de Chile) noté lo siguiente: mucho balonazo largo, Deyna jugando
muchas pelotas divididas y Daniuska tratando de sacarse a muchas jugadoras de encima,
haciendo a veces una de más. Era un juego con poco trabajo de mediocampo y eso limitó
las posibilidades de Venezuela de ganar por un margen más amplio (sólo ganó 1 a 0).
Infiero que siguieron el mismo esquema en los otros juegos y de allí los resultados
negativos. Por eso insisto: la estrategia condenó a Venezuela.
Yo sé que las comparaciones son odiosas, pero pude ver el Mundial sub 20
masculino y pude ver que el equipo venezolano jugaba diferente. Ellos eran sólidos en lo
defensivo, pero su máxima fortaleza era la buena circulación por el centro del campo, lo
cual abría opciones claras para los delanteros. Yangel Herrera y Lucena en eso eran
maestros. Y ahora yo me pregunto: ¿Verónica Herrera y Sandra Luzardo, por poner a dos
puntales de la defensa, no podrían conectarse mejor con las mediocampistas para que
Deyna y Daniuska reciban la pelota “redondita” y no tengan que dividirla tanto con el otro
equipo? Yo sé que ellas tienen calidad de sobra, lo que se requiere es manejar otro modelo
táctico, de más control de balón, para aprovechar mejor la gran potencia ofensiva que se
tiene con las chicas “Puskas”.
Por supuesto, esa es mi opinión y no es “Palabra de Dios”. Es sólo un aporte para
abrir el debate. Más allá de estas ideas, hay algo que es importante: debemos seguir
apoyando a nuestras campeonas. No se nos puede olvidar todo lo que nos dieron por este
tropiezo. Seguir a las que están aquí y a las que se fueron al exterior es imperioso para que
esa generación victoriosa se sienta apoyada en la adversidad. Ya su su etapa en las
categorías juveniles acaba y van a formar parte de la selección de mayores. Es el momento
de unir todos esos grupos de ganadoras para alcanzar el gran objetivo: la clasificación al
Mundial Femenino absoluto. Qué mejor revancha que esa.
Me disculpan lo largo del post, pero creo que el tema lo ameritaba. Espero sus
comentarios para promover la sana polémica e impulsar ante la opinión pública la necesidad
de que se le dé al fútbol femenino venezolano el valor que éste tiene, el que se ha ganado a
pulso en los últimos años. No me dejen sólo en esta reflexión y, sobre todo, no dejen solas
a las guerreras. Ellas, ahora más que nunca, necesitan de nuestro apoyo.
Con mis deportivos saludos.
Este era un post para publicar el 28 de febrero de 2018. Mis disculpas.
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